HISTORIA DE ESPAÑA – LA EDAD ANTIGUA (III)

Los pueblos conquistadores: cartagineses y romanos

Los Cartagineses

Los Cartagineses, eran los descendientes de los fenicios, procedían de la colonia fenicia de Cartago, fundada en el año 814 a.c. cerca de Túnez. Tras la caída de la ciudad de Tiro, comenzaron a controlar los territorios fenicios y poco a poco los fueron ampliando.

Tras la batalla de Alalia,  hacia el 537 a. C., donde se enfrentaron  griegos y cartagineses, la mayor parte de la costa mediterránea peninsular y las islas Baleares quedaron bajo la influencia de Cartago.  Los cartagineses querían conquistar territorios para aumentar su poder en el Mediterráneo.

Se fueron extendiendo por Sicilia, Córcega, Cerdeña, las Islas Baleares, el sur de la Península Ibérica y el norte de África. Fundaron colonias como Cartago Nova (Cartagena).

En el siglo II a.C., los romanos y los cartagineses eran dos grandes potencias del Mediterráneo Occidental. A pesar de  mantener en un principio, ambos pueblos, buenas relaciones, acabaron por enfrentarse hasta en tres ocasiones, fue en la llamadas Guerras Púnicas.

El primer enfrentamiento entre romanos y cartagineses tuvo lugar, en el año 241 a.C. en la I guerra púnica, donde los cartagineses fueron derrotados por los romanos, perdiendo Sicilia y Cerdeña y además tuvieron que pagar una alta indemnización. Tras este acontecimiento comenzó la gran expansión de los romanos más allá de la Península Itálica.

Los cartagineses ya estaban bien asentados en la Península Ibérica, cuando comienza  la II guerra Púnica, las dos potencias se enfrentaron de nuevo en suelo hispano en el año 218 a.C. En esta ocasión los pueblos indígenas apoyaban a uno u otro bando según sus intereses. En el año 201 a.C. finalizó la guerra y fue el principio del  fin de la presencia de los cartagineses tras la victoria de los romanos. Comenzó la colonización de los romanos, y tras la III Guerra Púnica en el año 146 a.C. la ciudad de Cartago fue destruida por los romanos y sobre sus ruinas se fundó el el año 129 a.C. una nueva ciudad.

Los Romanos

Los romanos llegaron a Hispania, así es como llamaban los romanos a la Península Ibérica, en el año 218 a.C. para disputar a Cartago la supremacía en el mediterráneo occidental. Con el objeto de derrotar a las tropas cartaginesas, los romanos desembarcaron en Emporion (Ampurias), fue el inicio de la Segunda Guerra Púnica.

El enfrentamiento entre las dos potencias, sembró el territorio de la península de muerte y desolación. Los pueblos ibéricos se aliaron con una u otra potencia, en función de sus intereses, a raíz de esto vieron cómo iban desapareciendo poco a poco muchas de sus tradiciones.

Los romanos se presentaron como los libertadores de los pueblos bajo dominio cartaginés, pero una vez en Iberia, se dieron cuenta de las riquezas del territorio y de su potencial, y pasaron de libertadores a conquistadores al decidir asentarse permanentemente. En un principio solo se habían asentado en la zona costera del este y sur de la península, pasando después a incorporar a sus dominios el conjunto de las tierras ibéricas.

Roma divide la península en dos provincias, Citerior y Ulterior, e inicia una brutal explotación de los recursos del territorio. Rompe los acuerdos que habían firmado con los nativos y se niega a cumplir sus compromisos.

En el año 197 a.C. los hispánicos se rebelan contra la presencia romana en Iberia. A pesar de tener un potencial militar muy inferior al ejercito romano, presentan combate, explotando al máximo el conocimiento del territorio para tender emboscadas o esconderse entre los bosques.

Los mejores ejemplos de la resistencia ofrecida a los romanos son las guerras lusitanas(155-136 a.C) en las que destacó Viriato, líder lusitano, y la férrea resistencia celtíbera en Numancia hasta su rendición en el 133 a.C.

El fin de la conquista llegó en tiempos de Augusto, primer emperador romano, con la conquista del norte peninsular (29-19 a.C), y la dominación de galaicos, astures, cántabros y vascones.

La lucha por la península duró casi 200 años, mucho más que los 10 años que llevó a Julio César a conquistar la vecina Galia.

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